SOBRE MI

Soy una joven psicóloga y psicogerontóloga de 25 años que pretende invitaros a la reflexión. Actualmente doy conferencias para varias asociaciones locales y me sigo formando y actualizando a la espera de que algún día encuentre un buen trabajo.

domingo, 23 de junio de 2013

Las neuras veraniegas

Cada año que se termina la Pascua e iniciamos el mes de abril, algo se activa en nosotros que nos hace ver el inicio del verano y nos decimos: « ¡Espabílate, espabílate!  Hay que empezar con la operación bikini». 



Sin ir más lejos, en el mes de abril vi varios carteles en un gimnasio de Barcelona que decían lo siguiente: «Queda un mes para el verano». La idea, evidentemente, era muy clara: « ¡apúntate a nuestro gimnasio y estarás fabuloso para el verano!». Es una idea llamativa y con mucho gancho que busca lo que quiere el marketing: ganar adeptos.


El verano es sinónimo de pánico para muchas personas. Es una época en la que nos olvidamos de los jerséis del invierno y en la que hay que enseñar más chicha. Es entonces cuando uno se empieza a ver mal: «me sobra de aquí, me sobra de allí, si tan solo me quitará unos kilitos de encima…». Inevitablemente el verano se suele convertir en un suplicio para aquellas personas que sufren de baja autoestima o no se aceptan físicamente. Por si esto no fuera poco, siempre están los helados, los granizados, se hacen más cenas y comidas, que si las vacaciones, que si salgo más de fiesta… En esta estación siempre se socializa más y acabamos terminando el verano, en ocasiones, con peor autoestima que a principios de junio. La psicóloga y coaching (que no dietista) Eva Campos Navarro que está especializada en estos temas y es autora del libro ¡Soy más lista que el hambre! (puedes leer la entrada dedicada a este libro haciendo clic aqui), dice en su blog algo en lo que no puedo estar más de acuerdo:
Hay un círculo vicioso muy común:
Tras el verano, me siento fatal porque he engordado y me paso el mes de septiembre castigándome por ello, así que
Llega Octubre y me digo “venga, me voy a poner a dieta” pero como las Navidades están a la vuelta de la esquina….
Tras las Navidades, me flagelo mucho más “¿Ves? ¡Has vuelto a engordar! Jamás lo vas a conseguir”, así que
Enero y febrero me lo paso llorando por las esquinas y planificando la operación bikini que
Comienzo en marzo convencidísima de que me voy a quitar lo que me sobra
Llega finales de Junio y bueno, sí, me he quitado unos cuantos Kgs, así que ¡vacaciones!
Y… vuelta a empezar.

Ya he hablado en este blog sobre los problemas que la presión social por estar delgado pueden ocasionar (ver la entrada La tiranía a través del espejo aquí) y, sobre todo, las imágenes que nos venden las campañas publicitarias de hombres y mujeres perfectos que se alejan mucho de la realidad. Jean Michael Cohen, un conocido dietista, asegura que: 

En la actualidad, son los medios de comunicación los que definen el ideal de belleza. Algunos desean, por encima de todo, parecerse a otros y exhibir unos cuerpos que no son realmente los suyos. La opinión de la mayoría sigue siendo más fuerte que la voluntad individual.

Las campañas de Dove siempre han apostado por acercar la imagen de mujer real. La belleza exterior no es más que el encanto de un instante. La apariencia del cuerpo no siempre es el reflejo del alma- George Sand
Las personas que no entramos en estos cánones sabemos que es complicado vivir en un mundo así, donde siempre se nos reclama. Al final, da igual lo fuerte que sea la persona a la crítica externa y la mayoría es arrastrada por la marea. Es tal el grado de obsesión que hasta podemos perder de vista el motivo principal por el que hacíamos dieta o incluso  podemos optar por un camino extremo sufriendo algún trastorno de alimentación. El siglo XXI, tristemente, recoge una paradoja difícil de entender: teniendo todos los recursos alimenticios a nuestro alcance, hay personas tan obsesionadas con adelgazar que rechazan cualquier alimento. Mientras tanto, hay otra parte del mundo que solo piensa en llevarse algo mínimo a la boca y sufren malnutrición y enfermedades por ello. Sinceramente, no sé cómo lo veis vosotros, pero a mí me aterra y me parece de ciencia ficción, aunque esto es la vida misma y es real; mientras unos desearían comer, otros, por presión social y por culpa de los medios de comunicación (entre otros), deciden no hacerlo.

Es importante que si alguno desea alguna vez hacer una dieta se plantee seriamente si lo hace por las exigencias de la sociedad, por ser lo que se espera de él, por entrar dentro de los cánones de belleza o por gustar a tal persona (ver la entrada Atado a ti por cadenas haciendo clic aquí), o si realmente lo hace porque necesita cambiar y se siente atrapado en ese cuerpo. Si nuestro caso es el primero, estamos enfocando nuestra autoestima SOLO en el físico, nos estamos haciendo valer únicamente por él, y por lo tanto, seréis débiles y vulnerables ante él. Adelgazar en este sentido es: «necesito que me aceptéis porque yo no me acepto y quiero que me quieras pero para eso solo me centraré en mi físico». Si, por el contrario, es el segundo estaremos centrándonos en NOSOTROS mismos, estaremos trabajando por y para nuestra salud, y por lo tanto, las metas siempre serán más duraderas. 


Las prisas son malas compañeras de camino y, sobre todo, si hablamos de dietas. ¿Quién no ha hecho alguna vez una dieta milagro? Si no ha sido por las nueras veraniegas, habrá sido para caber en tal traje para la boda de no sé quién y, sino, como consecuencia de los excesos navideños… Nadie se salva de ellas. El problema de las dietas milagro es que no son duraderas, tienen efectos secundarios serios y podemos llegar a poner nuestra salud en peligro. Dejaros de chorradas: llevad una dieta saludable y haced deporte durante todo el año, por el momento, es la única manera de perder peso que ha resultado ser duradera en el tiempo y que ha tenido resultados positivos. Si os sentís más agobiados en verano por el físico, ¿por qué no empezáis ya? Quizás sea el impulso y el empuje perfecto para empezar.

¿Qué es importante para iniciar una dieta? Lo primero es estar seguros de ello ya que hacer dieta no solo implica renunciar a algunas cosas, sino también supone tener mucha fuerza de voluntad. Es conveniente buscar un buen médico para los análisis iniciales y un buen dietista que os haga seguimientos y que os controle, así como hacer deporte. Si os podéis permitir un psicólogo o un coaching eso ya será la guinda del pastel. Los psicólogos pueden ir bien cuando tenemos que perder muchísimo peso ya que, por ejemplo, tendremos que cambiar nuestra mentalidad y hasta aceptar nuestro nuevo cuerpo, entre otros aspectos.


Ahora bien, yo siempre digo que es preferible que tengamos la meta de llevar una vida saludable a tener la meta de adelgazar. Cuando adelgazamos y llegamos a los kilos que queremos, nos confiamos, nos relajamos y volvemos a las andadas. Algo que, evidentemente, acaba siendo una catástrofe. Jean Michael Cohen dice al respecto:

La persona que ha adelgazado con una técnica extrema mantiene su peso durante cierto tiempo. Una vez que el resultado obtenido se trivializa, el placer de comer sustituye al de estar delgado. Por eso se produce el mecanismo de las dietas yo-yo.

Está bien querer adelgazar si nos sobran unos kilos de más, pero tenéis que entender que cuando el proceso de adelgazamiento termine, si queréis mantener el peso, tendréis que seguir llevando una vida saludable y eso implica un cambio importante de mentalidad.

Estos son mis cuatro mejores y simples consejos para llevar una vida saludable:

- Hacer las cinco comidas (desayuno, almuerzo, comida, merienda y cena): no solo porque llegamos con menos hambre a la siguiente comida, sino porque mantenemos el metabolismo activo.

- Beber todos los días 1,5 litros de agua: evitar refrescos azucarados y alcohol.

- Hacer deporte: recordad que siempre es mejor el aeróbico que el anaeróbico (para ver el porque accede a la entrada La vida en escala de grises haciendo clic aquí). Buscad algún deporte que os guste de verdad porque si no lo dejareis.

- Comer todos los grupos de alimentos, pero con su debida moderación: por ejemplo, no es conveniente comer demasiados hidratos de carbono (pasta, pan…) o legumbres (lentejas, garbanzos…) si no realizamos demasiado deporte.

Podría daros muchísimos consejos más, pero este no es un blog de nutrición, sino de psicología. El mensaje que hoy os he querido transmitir es que es tan importante tener una mente sana como un cuerpo sano y que todas las obsesiones son malas, así como todos los extremos son malos. El verano es una época complicada pero hay que intentar no sucumbir y ver los posibles complejos que nos puedan surgir como un modo de querer cambiarlos, pero siempre sin dañarnos a nosotros mismos ni a nuestra salud.

Solo me queda desearos un ¡FELIZ VERANO!


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